Siguiendo el hilo de los post anteriores ahora vamos a ver en qué se están traduciendo los beneficios empresariales, para lo cual usaremos los datos de la Central de Balances que proporciona el Banco de España. La pregunta que nos haremos es la siguiente ¿para qué sirve incrementar el beneficio empresarial?

Cualquier economista se adelantará rápidamente para decir que sabe la respuesta. Dirá que sirve para invertir, lo que significa que se amplía la capacidad productiva de la empresa y se permite crear empleo. Por eso la teoría económica neoclásica recomienda bajar los impuestos a la producción y los impuestos a los beneficios empresariales, entendiendo que cuánto más alto sea el beneficio más empleo se creará y más ricos seremos todos. Y por esta misma lógica se recomienda ahora que los salarios bajen, para posibilitar la recuperación de los beneficios empresariales. Sin embargo, ¿confirman los datos esta hipótesis?

Hasta 2007 los beneficios empresariales de las empresas no financieras han estado creciendo a un ritmo razonable. En el año 2008 se desplomaron y en 2009 siguieron cayendo pero a un ritmo menor.

La cuestión es… ¿qué se hace con ese beneficio? En términos contables a ese beneficio se le suman los intereses y los dividendos recibidos y se le restan los intereses que se deben. Es muy habitual que las empresas presten dinero a otras empresas o a sus clientes, inviertan en acciones de otras empresas y, a la vez, tengan que pagar intereses por préstamos. Hechos todos esos cálculos obtenemos la llamada Renta Empresarial.

Que como vemos en el gráfico es superior al excedente bruto de explotación, reflejo de que los intereses y dividendos percibidos por las empresas son mayores que los intereses que tienen que pagar. Y ahora con los recursos de la Renta Empresarial, las empresas tienen que proceder a pagar el impuesto sobre el beneficio, los dividendos y las contribuciones sociales netas (recibidas-pagadas). El resultado será la llamada Renta Disponible de las empresas.

Ahora sí que ha pasado algo grave. La renta disponible se ha separado en exceso de la renta empresarial, y la renta disponible es clave para invertir. Si la renta disponible es reducida podremos invertir menos. ¿Qué ha pasado? Alguna de las partidas de impuestos, dividendos o contribuciones sociales es excesivamente alta y se comen los beneficios empresariales disponibles para el ahorro y la inversión.

Aquí tendríamos dos posibilidades. Los teóricos neoclásicos culpan siempre a los impuestos, y por eso promueven su reducción. Los teóricos poskeynesianos culpan, sin embargo, a los dividendos. Consideran que es una punción financiera que se hace sobre los ingresos por parte de los «parásitos rentistas», es decir, de los accionistas. ¿Quién tendrá razón?

Parece obvio, ¿verdad? Lo que se carcome hasta el 50% de la Renta Empresarial son los dividendos, mientras que el porcentaje que se paga en concepto de impuestos se mantiene por debajo del 20%. Así que en realidad los teóricos poskeynesianos tienen razón y son los dividendos los que disminuyen la capacidad de inversión de una empresa.

Claro que estamos hablando de porcentajes sobre una magnitud que ha variado en este tiempo de forma considerable, como hemos visto en el primer gráfico. En particular, los beneficios empresariales han caído en 2008 y 2009. Entonces lo que queremos saber es la elasticidad de ambas variables (dividendos e impuestos). Intuitivamente lo podemos ver en el siguiente gráfico.

En efecto, lo que vemos es que mientras la renta empresarial aumenta los dividendos crecen más que los impuestos. Es lógico, porque los impuestos están «anclados» a la evolución de los beneficios, mientras que los dividendos dependen de la relación de fuerzas entre los accionistas y los directivos de las empresas. Pero es que incluso cuando la renta empresarial cae también caen los impuestos pero no así los dividendos. De hecho, estos últimos suben.

Podemos calcular la Elasticidad Renta de la Demanda, es decir, el cambio porcentual que se produce en dividendos e impuestos cuando varía un 1% la renta empresarial. Por ejemplo, para el cambio de 2007-2008, que es cuando caen la renta empresarial. La elasticidad renta de los dividendos es de -0.34, mientras que la elasticidad renta de los impuestos es de 1’66. Eso demuestra lo que ya intuíamos, es decir, que los dividendos reaccionaron muy al revés que los impuestos en el paso del 2007 al 2008.

Y esto sí que es una señal de advertencia para los neoclásicos. Kantor y la gente de politikon.es se quejaba de que con la crisis y la caída de los beneficios los salarios habían seguido subiendo. Proponían, en consecuencia, la reforma laboral para rebajar los salarios y permitir que los márgenes empresariales crecieran. Nosotros demostramos que los salarios en realidad también cayeron, y que el ajuste se estaba haciendo en primer lugar vía despidos. Demostramos asimismo que la participación salarial en la renta ha caído en el conjunto de la economía y que los costes laborales unitarios han crecido como consecuencia del incremento de los precios que ponen las empresas (por lo tanto de sus márgenes de beneficios) y no de los salarios. Pero ahora damos un paso más y encontramos que no son los salarios los que son inflexibles a la caída de los beneficios sino que son los dividendos los que se muestran ciertamente inflexibles a la baja.

En efecto, el pago de dividendos está creciendo mientras caen los beneficios, comprimiendo la capacidad de inversión de las empresas y por lo tanto reduciendo su capacidad de generar inversión y crear empleo. El peligro es, mucho antes que los excesivos salarios (que ya demostramos que no son excesivos, sino insuficientes) el sí verdaderamente excesivo nivel de los dividendos.