El plan de ajuste impuesto por el gobierno español hace unas semanas hizo saltar todas las alarmas. El gobierno había tomado por fin la decisión de afrontar la crisis, pero lo hacía mediante políticas profundamente neoliberales. Políticas que conducían a que los platos rotos los pagaran los de siempre, los trabajadores, mientras que los ricos podían dormir tranquilos viendo cómo sus carteras no eran mermadas en modo alguno. La presión social se incrementó y el gobierno tuvo que salir al paso prometiendo reformas que afectaran también a los ricos. Reformas venideras, eso sí, y nada de sin previo aviso como había ocurrido con el resto de los ciudadanos.

Desde hace un tiempo los inspectores de hacienda, partidos políticos como Izquierda Unida y organizaciones como ATTAC venían señalando con el dedo los objetivos prioritarios. Las SICAV, esos fondos de inversión que permiten que las grandes fortunas paguen sólo un 1’00% de Impuestos, eran uno de esos objetivos. En el País Vasco se adelantaron y pasaron a gravarse con un 28’00%, originando una fuga de capitales que aún así fue positiva en términos de recaudación. Pero el gobierno seguía con la amenaza sobre la mesa, los ricos «asustados» y la banca privada preparando a sus clientes (grandes fortunas) nuevas fórmulas para pagar menos.

Y en mitad de ese trance el gobierno socialista ha tomado una decisión* en principio inaudita: ha facilitado las cosas a la banca y a las grandes fortunas. Efectivamente, ha autorizado un producto financiero que permite a los ricos de este país fugarse hacia paraísos fiscales -Luxemburgo, en este caso- y tributar sólo a un 0’01%, y por supuesto allí. Así, si la subida de las SICAV finalmente se materializa en todo el Estado, el camino de huída está ya allanado y marcado con señales fluorescentes.

Hace unas semanas un funcionario de la Comisión Europea me dijo que la cuestión de la lucha contra los paraísos fiscales era primordial en el discurso de la presidencia española de la UE. A la vista de lo ocurrido está claro que sus fuentes le mintieron, y me temo que él es hoy también un nuevo decepcionado por un gobierno que se dice de izquierdas y practica políticas de derechas.

La política económica de este gobierno ha sido siempre del mismo signo, regresiva y marcadamente neoliberal, pero ahora es además claramente burda y tosca. El presidente Zapatero, muy dado a los discursos grandilocuentes de solidaridad y progresismo, ya no puede ocultar al país que su práctica política es la misma que hubiera llevado a cabo el Partido Popular si hubiera gobernado. Y por ello, desgraciadamente, está preparando en bandeja el próximo gobierno al PP. Porque, como se dice a menudo, para qué quedarse con la copia si se tiene el original al mismo precio.

Y por supuesto, quede constancia, la única pinza que estamos viendo, y que seguiremos viendo sin duda alguna, es la que el PP y PSOE utilizan cada vez más para machacar los derechos económicos de los más pobres, en beneficio de las grandes fortunas. A los hechos nos remitimos.

* Según me cuentan puede ser el resultado de decisiones tomadas con anterioridad al Plan de Ajuste, algo que en todo caso no cambia la esencia de la cuestión