Llevo en política toda mi vida. En las instituciones apenas tres años. Pero no ignoro que antes hubo mucha otra gente luchando por las mismas causas. Yo, Alberto, soy nuevo. Pero yo, Izquierda Unida, no lo soy. Cargos públicos y militantes que denunciaron la corrupción en lugares emblemáticos como Marbella, Mallorca o Seseña. Que por eso recibieron amenazas, presiones sobre sus familia y un veto en sus profesiones. Algunos tuvieron que llevar guardaespaldas. Porque la mafia es la mafia. La política es muchas veces injusta, y esas personas fueron incluso penalizadas en las elecciones. Bajo el espejismo económico, el raro era excluido y atacado.

Participé en el 15M con toda mi energía, pero critiqué cierto adanismo emergente. El de aquellos que pensaron que ellos, recién llegados a la política, eran Adán y Eva. Pues no: sin duda nuestro futuro se coserá con los hilos de nuestra historia.