En los últimos días he estado reunido con representantes de trabajadores de Movistar, Vodafone-Ono, Coca-Cola, Telemadrid, Correos, Elcogas-Endesa, Indra y otras muchas empresas más. Miles de trabajadores despedidos y otros tantos que mantienen el puesto pero a costa de perder derechos y dinero. Cada conflicto tiene sus singularidades, pero todos están cortados por el mismo patrón. A saber, precariedad y destrucción de empleo. Las dos últimas reformas laborales han sido la punta de lanza del sufrimiento de mucha gente, y la precariedad se ha extendido haciendo imposible tejer proyectos de vida. Son trabajadores que sufren acosos y amenazas de sus jefes e indiferencia del Gobierno. Hay familias rotas y situaciones terribles. Pero ellos no se resignan; luchan. Y en el paraíso de las transnacionales ellos son el haz de luz que alumbra la dignidad. Ante ello, no cabe otra cosa que solidaridad y el compromiso de lucha por una izquierda más fuerte y que transforme esta realidad.