Lo ocurrido hoy en Barcelona, donde se han sucedido violentas cargas policiales y que podemos ver en los vídeos grabados por periodistas y aficionados, me ha llevado a escribir algunas líneas a modo de información y protesta. Demasiadas cosas me parecen mal de todo esta cuestión: el tratamiento de los medios, la vergonzosa responsabilidad de ICV en las cargas policiales (sinceramente, yo rompería relaciones desde IU inmediatamente), y las motivaciones de la mayoría de los partidarios del sí a Bolonia.

Desde que accedí a la universidad y supe de qué iba este plan, lo que por cierto no fue sencillo, comencé a participar en actividades de divulgación y crítica del mismo. De hecho, he participado en numerosas charlas informativas y debates entre partidarios del sí y del no, y algunas de las veces he transcrito en este blog lo dicho por mí en dichos actos. Y son ya muchos años como para haber averiguado suficientes cosas al respecto de lo que ocurre realmente, bajo la superficie de lo que se plantea como «debate de Bolonia».

Las posiciones en este debate nunca han estado muy claras. Bolonia tiene avances en la metodología educativa y en el espíritu de convergencia con el resto de países de la Unión Europea, y es esto precisamente lo que se intenta vender desde las posiciones institucionales partidarias de la implantación del nuevo sistema. Pero Bolonia también es una inteligente vía para la progresiva privatización de la universidad y, sobre todo, para la subordinación definitiva de todos los mecanismos universitarios públicos ante el mercado. La subordinación total, en última instancia, del conocimiento a los criterios de rentabilidad.

En los documentos oficiales ambas cuestionen quedan claras, aunque por supuesto la segunda es la que lleva el acento. Se arguye que la universidad no está acoplada correctamente al mercado, que hay disfuncionalidad en la medida que el mercado demanda profesionales que la universidad no proporciona adecuadamente. Que para qué queremos filósofos si ninguna empresa los va a necesitar, por ilustrarlo de alguna forma. O que para qué van a estudiar los alumnos cinco años de carrera, teniendo que soportar asignaturas que el mercado no valoriza, si para adquirir sus habilidades que ejecutarán profesionalmente no necesitan más que tres años apostando alto.

Sin embargo, esta cuestión que es tan fácil de explicar, y que sin duda es la filosofía de fondo del proceso de Bolonia, se esconde o incluso se niega en los debates públicos. Los partidarios del sí que aparecen en estos debates normalmente niegan esta problemática y acusan a quienes se oponen al proceso no saber lo suficiente. Esto último, s tal vez el mayor insulto a la verdad que nadie puede hacer. Después de que los alumnos partidarios del no hayamos estudiado decenas de documentos oficiales, tediosos la mayoría de ellos, y que encima hayamos organizado asambleas, debates y actos de toda naturaleza para informar sencillamente de lo que dice la letra, que ni siquiera es pequeña, del proceso de Bolonia, es una verdadera vergüenza que te acusen de no estar suficientemente informado.

Pero es que ni siquiera los responsables institucionales quieren saber de qué va esto. Si uno habla sinceramente con ellos, acaban reconociendo que su material de debate les es enviado desde instancias superiores con fines divulgativos. No son estudiosos del tema y la mayoría de las veces no les interesa. Y cuando organizan actos es porque están obligados, rehusando entrar en debates reales.

Los alumnos partidarios del sí son la mayoría personas realmente lamentables. He conocido a muchos de ellos, casi todos militantes del partido socialista, que se han sumado al carro por simple oportunismo político. Es fácil. Algún vicerrector necesitado de apoyos entre los alumnos que recompensará con alguna beca o similar el favor que supone llenar ese hueco tan necesario. Y a partir de ahí, a repetir y repetir sin importar el contenido.

Los partidiarios del sí que he encontrado que realmente «reconocen» la necesidad de aplicar en la universidad mayores criterios de rentabilidad son los mejores. Con ellos uno habla del mismo tema, aunque con posiciones lógicamente distintas. Ellos buscan mejorar la economía ajustando las necesidades laborales del mercado, y nosotros buscamos humanizar nuestra sociedad conservando y mejorando el conocimiento acumulado. Pero con los otros, la mayoría de representantes institucionales y la mayoría de alumnos mercenarios, es imposible. Una pérdida de tiempo, pues contra el fanatismo y contra el oportunismo político nada puede hacerse.

Y el papel de los medios en esta cuestión es el de siempre. Dar mucha más voz a la propuesta de Bolonia que a sus críticos, cuestionar las motivaciones de estos últimos argumentando que son unos vagos, y calificar las protestas pacíficas de «violentos actos contra la democracia». Y repetirlo todo, tanto como sea posible, aunque los hechos vayan en sentido contrario.

Por eso sería una tontería que los vídeos, que reflejan la realidad, rechazasen una estupenda visión idealista. Y es que, aunque en los vídeos de hoy puede apreciarse cómo los mossos cargan cuando los manifestantes se mantienen quietos y pacíficos, los medios de comunicación repiten acríticamente que la carga respondió a violentas provocaciones. Y para demostrarlo acaban proporcionando datos de heridos que son realmente increíbles, y que deben contabilizarse de acuerdo a un criterio doble en función del sujeto que recibe la paliza. No de otra forma puede entenderse que haya más policías heridos que manifestantes, cuando las imágenes no dejan lugar a dudas.

Realmente creo que las protestas anti-Bolonia deben continuar, aunque sabemos que cada vez encontrarán mayores obstáculos. Considero también que todas las ocupaciones en defensa de la universidad pública son totalmente legítimas. Si quieren perseguir a delincuentes, que vayan a los bancos que ahora quieren hacer negocio también con el conocimiento.

Lo que se pide, hay que recordarlo, es una educación pública, de calidad y orientada a servir a una sociedad mucho más humana y mucho más democrática. En la Universidad de Barcelona el NO a Bolonia ganó en referendúm con más del 90% de los votos, y el resto de universidades tienen miedo a ponerse a prueba. ¿No invita esto a reflexionar sobre los verdaderos antidemócratas?