Ayer las asambleas populares que tuvieron lugar en las plazas de la mayoría de las ciudades españolas enfrentaron el debate acerca de si era conveniente seguir con las acampadas o si por el contrario lo mejor era desmontarlas y continuar el movimiento por otra senda. Yo personalmente creo que la mejor estrategia es la segunda opción.
Hay que recordar que las acampadas nacen como respuesta al tremendo éxito de las movilizaciones del 15-M, y con el objetivo de mantener esa llama movilizadora viva en el tiempo y evitar de esa forma la fugacidad de unas manifestaciones con tanto apoyo social. Y esa función se ha cumplido perfectamente, pues a medio mes de la primera manifestación las nuevas convocatorias (asambleas y manifestaciones) atraen cada vez a mucha más gente.
Pero sería un error atribuir la totalidad del crecimiento del apoyo social, y sobre todo su persistencia en el tiempo, a las acampadas. En parte porque las acampadas han contado con el apoyo indudable de los medios de comunicación, que han dado la cobertura necesaria para que la gente lograra identificarse con las movilizaciones, y en parte porque las acampadas son un simple elemento simbólico que subyace a los verdaderos elementos movilizadores, es decir, las asambleas y las manifestaciones.
Mi perspectiva es más estructural que coyuntural. Considero que lo importante no es tener a cientos de personas acampadas en las principales plazas de las ciudades, sino generar espacios de encuentro político y tejer redes sociales que contribuyan a crear una base social revolucionaria. El neoliberalismo como programa político está desmontando el Estado del Bienestar, pero el neoliberalismo como programa civilizatorio ha destruido las conexiones y los vínculos entre seres humanos, haciendo incluso de los vecinos simples extraños y provocando que las personas interioricemos principios fuertemente individualistas. Y ese es un proceso que hay que invertir cuanto antes.
Por eso considero que el siguiente paso del movimiento 15-M es reconstruir esas relaciones perdidas y llevar la política a los barrios y a otros espacios (como institutos y universidades). Hay que hacer que las personas se conozcan, debatan, se identifiquen en sus intereses y construyan conjuntamente programas de naturaleza política. Eso permitirá que la sociedad esté más preparada para enfrentarse a los malos políticos y al robo de los empresarios y banqueros, e incluso –con una formación adecuada- ser capaz de articular alternativas sistémicas.
El ciclo político es más rápido que el económico, y no podemos pensar el movimiento 15-M como una herramienta electoral. La crisis permanecerá mucho más tiempo y, además y lo que es peor, se agudizará en los próximos años con mayores y más graves recortes sociales que sufriremos todos. Lo que necesitamos es que el movimiento 15-M esté preparado, a nivel de formación y a nivel de reacción, para esa época venidera.
Sacar a los acampados de las plazas es una medida acertada si eso da paso a un programa de asambleas semanales tanto en las principales plazas como en los barrios. Si se consigue caminar por esa vía creo que podemos ser mucho más optimistas de cara al futuro.
En general, de acuerdo con todo, únicamente discrepo dos cosas:
1.- Los medios no han dado la cobertura necesaria ni mucho menos, ni han apoyado indudablemente al movimiento, ya que se generaliza todos los medios, mirad intereconomía, antena 3… etc.
2.- Creo que sí deberíamos dejar como punto informativo las plazas donde se está acampando.
Se podría prescindir de las acampadas pero NUNCA de las asambleas y las movilizaciones; sin ellas el movimiento se enfriará y caerá en el olvido, entre otros en el olvido de los medios (de información). Estoy de acuerdo en las reuniones de barrio: el asociacionismo es fundamental, y la soberanía debe emanar de ahí. Hay que seguir, es imperativo, imprescindible, ineludible. Imparable.
De acuerdo con que lo esencial son las asambleas, que es lo que debe perdurar. Sería importante lograr la coordinación entre las diferentes asambleas, para que no sean islas haciendo la guerra por su cuenta, sino que lo que se proponga llegue a los demás, existiendo una comunicación entre ellas.
Las acampadas son sólo el reclamo, la forma visible de protesta, digamos el cartel publicitario. No son esenciales, pero sí que son muy útiles. Algún día habrá que darlas por concluidas pero creo que no es aún el momento, después de lo de Barcelona.
Habrá que ir viendo según cómo se desarrollan los acontecimientos…
por qué se nos olvida que todo esto crece por las redes sociales? que internet nos une más que una asamblea de barrio? totalmente de acuerdo con el texto pero no me olvidaría de poder incorporar mecanismos online de participación para que realmente el movimiento no muera.