El derecho a huelga se consiguió haciendo huelgas. Esta afirmación, que escuché por primera vez a Marcelino Camacho, contiene toda una forma de entender la política y los derechos sociales. Una fórmula de total vigencia. Quien no lucha, no gana. Y quien se muestra indiferente ante lo que sucede a su alrededor, sólo puede perder.

El derecho a huelga siempre ha estado amenazado, especialmente por parte de las élites económicas y políticas que prefieren recursos humanos a trabajadores con dignidad. Hoy más de 300 sindicalistas tienen procesos administrativos o penales abiertos contra ellos. Por participar en huelgas generales o manifestaciones. Están así por defender nuestros derechos conquistados. A esa situación se suma la ley Mordaza y el nuevo código penal aprobado por PP y PSOE. Terribles ataques contra la libertad, pero claros intentos de evitar que protestemos ante la imposición de una suerte de neofeudalismo. Hay que echarles.