“The Power Of Nightmares” es tal vez el mejor documental que he visto en los últimos años. Es autoría de la BBC y, a pesar de que está producido en noviembre del 2004, ha sido esta misma mañana cuando lo he terminado de ver al completo. Consta de tres partes, cada una de ellas de una hora de duración, en las que se hace un recorrido histórico acerca de los dos movimientos extremistas más importantes en la actualidad: el neoconservadurismo y el islamismo radical.

La idea clave, que se desarrolla con absoluta claridad a lo largo de todo el visionado, gira en torno a la transformación política y cultural que ha supuesto, en todo el mundo, el paso progresivo desde una época en la que los líderes políticos centraban sus propuestas en la mejora de las condiciones de vida, hacia otra en la que los programas internacionales son fundamentalmente de naturaleza defensiva y aparecen centrados en el combate al terrorismo internacional.

Hacer del miedo un sentimiento habitual, así sea exagerando la amenaza de un enemigo o directamente a través de engaños y mentiras, se ha convertido en el objetivo prioritario de estos dos sistemas de pensamientos radicales. Tras muchos años en los que un enemigo común, la Unión soviética, parecía unir en alianza militar ambas corrientes, hemos alcanzado una época en la que los dos extremos se combaten pero se necesitan mutuamente para justificar sus excesos propios.

El neoconservadurismo, fundado sobre las bases filosóficas de Leo Strauss, alcanzó el poder político siempre con ayuda del miedo impuesto en la sociedad hacia figuras, reales o imaginarias, que representarían, en la opinión de sus integrantes, el satánico mal que amenazaba con destruirles. El apoyo recibido por parte de los fundamentalistas católicos estadounidenses, hasta ahora apartados de la política, habría sido clave en la creciente influencia de estas terribles ideas.

El islamismo radical, dramáticamente violento pero sin apenas seguidores entre las masas, aprovechó entonces su sobrevaloración internacional para aumentar su influencia. Los pocos fanáticos dispuestos a acabar con sus vidas vieron cómo, de la noche a la mañana, veían proyectadas en las palabras de sus enemigos los deseos utópicos con los que soñaban y que técnicamente eran inalcanzables.

El documental demuestra estas relaciones, forjadas entre alianzas y combates durante decenas de años, y cómo Alqaeda no es en realidad sino una red inventada por los neoconservadores, quienes han seguido la misma estrategia usada contra la URSS en los últimos años de la Guerra Fria. Nunca ha sido necesario que la amenaza sea real, sino que simplemente ha bastado con que sea creible.

En “El poder de las pesadillas” comprobaremos cómo los mediáticos casos de detenciones a islamistas no han sido sino burdas manipulaciones y extraordinarios errores judiciales que luego se han resuelto, a favor de los acusados, de un modo silencioso. A pesar de ello, se ha seguido insistiendo en el miedo a la amenaza terrorista, imponiéndola en la agenda política y justificando, de esa manera, las políticas más reaccionarias.

Estaremos obligados a reflexionar acerca de la paranoia de los gobernantes occidentales y de los islamistas radicales, sobre la necesidad de mentir para conservarse en el poder y de matar para convencer, y especialmente sobre la impagable ayuda que unos y otros se aportan mutuamente en términos políticos. Y, por supuesto, en este documental vamos a comprender, mejor que nunca, cómo el miedo y la mentira son las principales armas del poder.

Se puede ver online en Quomodo, aunque recomiendo descargarlo desde E-Mule donde se encuentra con una mejor calidad.