Entrevista publicada en eldiario.es
Por Aitor Rivero

Alberto Garzón (Logroño, 1985) atiende a eldiario.es en una cafetería próxima a su casa en el distrito centro de Madrid. El diputado electo de Unidad Popular-Izquierda Unida saca un hueco para esta entrevista en una agenda muy apretada tanto en lo interno como en lo externo.

IU puso en marcha el sábado pasado un proceso asambleario que debería dirimir hacia dónde va la organización que nació en 1986 al albur de las movilizaciones antiOTAN. Hay tres opciones y Alberto Garzón apuesta por la intermedia: mantener la independencia de una fuerza política «claramente rupturista y anticapitalista». A partir de ahí, todo está abierto, asegura el dirigente. Incluso reeditar y profundizar la colaboración electoral con Podemos y con otros partidos.

Además, Garzón está inmerso en las negociaciones para elegir la Mesa del Congreso. La fecha de la votación es este mismo 13 de enero y todo está en el aire. También la posibilidad de que IU-UP encuentre una fórmula que le permita tener un grupo propio y dar visibilidad al millón de votos que logró el 20D.

El Consejo Político Federal de IU ha abierto la senda hacia una asamblea ordinaria por calendario pero extraordinaria por el contenido. Usted integra la comisión que pilotará la cita de mayo. ¿Cómo se la plantea?

Es una oportunidad que hay que aprovechar no como una situación ordinaria sino como una situación excepcional. Hace mucho tiempo que dijimos que había que repensar la izquierda ya que tras cuatro años de recortes brutales, el PP iba a volver a ganar las elecciones. Hay que hacer una reflexión conjunta, ser audaz y adaptar la organización a los tiempos políticos que vivimos: el país, la gente y sus condiciones de vida han cambiado. Lo que hay que hacer es fortalecer el instrumento para un tiempo que es muy distinto.

¿Se trata entonces de fortalecer IU o de ir hacia un nuevo instrumento que supere IU?

La asamblea de mayo es de IU. Será un espacio abierto para que participe todo el que quiera y el primer paso de algo más grande. Estamos hablando de fortalecer el instrumento para establecer colaboraciones electorales. Seguimos hablando de Izquierda Unida y de cómo fortalecerla. Eso implica una nueva dirección pero la clave está en las nuevas formas democráticas, en introducir elementos como los revocatorios y abrir un debate muy participado para que la militancia pueda tomar la decisión.

¿Y después?

Tiene que quedar claro que el horizonte es de unidad popular, de colaboración. Nunca de absorción ni de integración en ninguna fuerza. Hay que evitar las dos lógicas que nos han intentado invadir: la del refugio en una visión sectaria, ultrarreducida y marginal de la política limitado a un espacio electoral del 1%, o la del enamoramiento con Podemos, que tampoco es una posibilidad.

¿IU no va entonces a una asamblea destituyente para emprender luego un proceso constituyente?

No es una asamblea destituyente. Es una asamblea para fortalecer y enriquecer IU. Y desde ahí, seguir caminando para fortalecer los espacios de unidad popular municipales en los que participamos y poder contribuir a que se puedan construir otros muchos, porque hemos visto que es el camino. Pero son dos vías paralelas. La autonomía de una proyecto de izquierda radical anticapitalista como es IU está garantizada.

¿IU será entonces el instrumento político que sustentará luego alianzas electorales?

La lógica de IU siempre tiene que ser la colaboración electoral desde el reconocimiento y la diversidad. No puede ser la marginación ni la exclusión. En este país necesitamos un instrumento fuerte que preserve una cultura política como la nuestra, con más de 30.000 militantes y un millón de votos con UP. Todo ese bagaje tiene que servir para construir algo mucho más potente, construir, en última instancia, un nuevo país. Hoy hay elementos que no existían hace siete años y evidentemente la organización tiene que ser distinta que entonces. Y ese es el debate en el que nosotros nos insertamos.

Mencionaba antes la necesidad de cambiar la dirección en la asamblea de mayo. En el CPF se aprobó una comisión que llevará las riendas de la organización hasta la asamblea. En esa comisión no está Cayo Lara, ¿cuál es el motivo?

El coordinador federal está de facto en todos los órganos por su cargo. Puede participar en cualquier comisión, no hay ninguna intencionalidad política. Es una comisión que tiene que dirigir el proceso hacia la asamblea y garantizar que los debates lleguen a toda la militancia. Vamos a hacer una primera fase muy participativa en la que enviaremos cuestionarios a todas las asambleas que sirven para animar y dinamizar los debates que vamos a tratar en la asamblea. Queremos algo distinto a lo que hemos visto hasta ahora.

¿Por ejemplo?

Podemos pensar en vez de en una coordinación general una cocoordinación, que es algo que existe en otros partidos como ICV o el Front de Gauche (Francia). O incluso otras fórmulas como portavocías rotatorias o mecanismos de rotación.

¿Y cuál cree que debería ser?

No quiero tomar la decisión. Aparte de que no lo tengo muy claro no quiero influir en el debate de la asamblea. Pero creo que la mera oportunidad de explorar estas vías y salirse de esa visión del hiperliderazgo al que estamos acostumbrados va a ser muy positivo. Pienso en una izquierda que no dependa de un único líder.

Ya sea una jefatura al uso o una nueva fórmula de liderazgo, ¿es su intención formar parte de ese órgano?

No lo descarto, sería deshonesto hacerlo. Yo siempre estoy a disposición de un instrumento político como es IU. Creo que tenemos dos objetivos políticos muy claros. Uno es inminente: atajar la emergencia social que vive nuestro país y para eso tenemos que hacer un instrumento que haga frente a los desahucios, el hambre, la miseria y el desempelo. Eso es inmediato y no podemos hacerlo solos, sino desde la colaboración. Pero luego tenemos otro horizonte: nuestra sociedad no va a poder sobrevivir en el tiempo a medio y largo plazo con este modelo de producción y consumo que despilfarra recursos y machaca el medio ambiente. Necesitamos cambiar el sistema económico. Por eso mi horizonte es socialista y no tengo ningún problema en decirlo. Y un instrumento que tenga ese mismo horizonte es necesario. Todo lo que sea estar al servicio de esa causa, yo estoy a disposición. Por eso quiero que podamos explorar esas nuevas fórmulas que no están basadas en la estética de un personaje que domina la organización, sino a escenarios participativos.

Mencionaba antes las candidaturas municipales y las de confluencia en Cataluña y Galicia, que han sido fórmulas de éxito desde un punto de vista electoral, aunque no tanto en lo interno. Cayo Lara el sábado fue bastante crítico con ambas coaliciones, que usted defiende. ¿Existen esas dos almas en IU? ¿Son reconciliables?

Yo no creo que existan dos almas en IU. Existen muchas más. Venimos de una tradición en la que afortunadamente la disensión es parte fundamental. En cuanto a la confluencia, no hay dos almas en IU. De hecho, IU en sí misma es una expresión de la confluencia. En esta organización hay miembros del PCE, como yo, o de Izquierda Abierta que ideológicamente están muy lejos. Y sin embargo formamos partes del mismo proyecto porque encontramos cosas en común. La experiencia en Cataluña y Galicia seguramente no sean perfectas y crean fricciones pero sí ha quedado de relieve que la gente de la calle, que opera con códigos mucho más sencillos que las direcciones de los partidos, valora muy bien la unidad. Y esa unidad ha servido para romper el bipartidismo en Galicia y Cataluña. Todo lo que sirva para generar un contrapoder que permita cambiar la sociedad va a ser bienvenido siempre que se haga con un programa rupturista de mínimos.

En el CPF del sábado se abstuvo en la votación del informe del coordinador que criticaba estos espacios. Le insisto porque parece que dentro de IU hay tensiones ideológicas que pueden ser más o menos solventables pero hay otras más complicadas. Este mismo lunes, Gaspar Llamazares aseguró que Podemos quiere trocear IU, el propio Lara y otras voces con peso dentro de la organización lo han criticado. ¿No cree que pueda haber una ruptura cuando haya que poner negro sobre blanco si se va hacia eso?

No lo creo. Se trata de asegurar un espacio autónomo y desde ahí colaboras con otros. Es lo que ha pasado en Galicia y en Cataluña donde, es curioso, se han dado coaliciones electorales que algunos denostaban como sopa de siglas. Y sí ha funcionado electoralmente. Esto tiene que estar en el bagaje de lo que vamos a hacer. No hay que ir a ningún espacio de integración dentro de otra organización. No tenemos que absorbernos en otros. Colaborar es la única forma posible para generar sinergias. La gente que ha votado UP-IU ha votado eso, no es un voto prestado. Aquellos que abogan por meterse en Podemos, para mí son insensatos.

¿Por qué?

Podemos es un proyecto político diferente a nosotros. Tiene sus matices, sus diferencias y sin embargo se puede colaborar con ellos. Pero siempre desde un espacio de reconocimiento. A veces los debates están muy interpretados porque estoy convencido de que Cayo [Lara] estaba a favor del pacto en Galicia y si se hubiera dado una coalición electoral en el conjunto del Estado hubiera estado completamente a favor. Soy consciente de que ha trabajado a favor de que se pudiera hacer. Las tensiones se han generado porque solo se ha podido en algunas partes.

En la reunión del Consejo Ciudadano de Podemos tras las elecciones Pablo Iglesias dijo que durante la campaña IU había roto puentes con su partido. Usted dijo este sábado sin embargo que la campaña de IU había sido «elegante». Desde cada lado se aprecia una realidad. ¿Se arrepiente por ejemplo de haber dicho que Podemos aspiraba a ser  la nueva UCD?

Yo creo que hemos sido muy elegantes a la hora de hablar de Podemos. A lo largo de 2015 tuvimos acercamientos a ellos y a otras fuerzas y la mayor hostilidad vino por parte de Podemos. Incluso Pablo Iglesias tuvo que rectificar. Nosotros no respondimos porque no queríamos encerrarnos en ese ámbito del barro al que se nos quería empujar no por Pablo [Iglesias], sino por el escenario, Una vez que no se consigue el acuerdo podemos discrepar políticamente. Cuando yo digo que Podemos ha girado al centro o se ha moderado para asimilar el discurso de parte del centro de este país y ganar votos no estoy diciendo nada nuevo. Estoy haciendo una crítica porque creo que la solución está en la izquierda y el propio Podemos reconoció que se habían moderado porque argumentó, creo, «hemos madurado». Es legítimo y no vamos a ocultar las discrepancias que tengamos aunque sean compañeros de un proyecto de transformación social.

¿Han hablado Iglesias y usted desde las elecciones? ¿Han entablado conversaciones para algún tipo de colaboración en el Congreso?

Hablamos el día de las elecciones para felicitarnos por los resultados y después para ver las hipótesis de la formación de Gobierno, que siguen abiertas. Pero no de ningún tipo de colaboración porque estas deben ser electorales y ahora no es el momento. Yo imagino que como en Andalucía nos vamos a encontrar en el propio debate porque al final te encuentras votando lo mismo. Sí hemos manifestado a todos los grupos que creemos necesario un grupo de IU porque es importante que un millón de votos puedan verse representados en los debates de envergadura que va a haber en esta legislatura.

¿Y qué respuesta han obtenido?

En general, todos nos han dicho que les parece justo. Incluso el PP, dentro del protocolo, nos han dicho que están para hacer lo que sea justo. Creemos que el PSOE, Podemos y las confluencias pueden tener la decisión clave para que nosotros tengamos visibilidad.

En esas confluencias hay personas de IU, ¿qué pasará si no tienen grupo propio?

Quienes se oponen a esos grupos argumentan que Pablo Iglesias y Podemos se han auto otorgando todos los escaños y que eso hace que aunque jurídicamente se cumplan las condiciones, de facto son todo Podemos. Nosotros vamos a facilitar con humildad que tengan grupo. Si no lo obtienen se daría un escenario casi de ciencia-ficción porque no hay precedentes.

Volviendo al debate en IU, da la sensación de que de las distintas tesis que se han barajado sobre hacia dónde deben ir usted defiende la tesis de la refundación, que es es una palabra que ya se ha utilizado en IU. ¿Qué diferencia hay entre la actual y las anteriores?

No sé si llamarle refundación. Es la adaptación de nuestra organización a los tiempos actuales. Y pasa por evitar dos tendencias: quienes se quieren refugiar en el 1% y rechazar toda colaboración y quienes se quieren integrar en Podemos. Y rechazo ambas. Tenemos que fortalecer un instrumento autónomo que tiene 1 millón de votantes junto con UP y seguir fortaleciéndolo con otra gente.

La comisión que dirigirá la organización hasta la asamblea está formada mayoritariamente por gente del PCE. ¿Cuál es el papel del Partido Comunista?

Las líneas que hemos estado debatiendo en el partido son las mismas que estoy señalando yo. IU es un instrumento, no un fin en sí mismo. Y tenemos que hacer crítica porque los resultados son muy malos en un sentido general aunque puedan parecer heroicos por cómo se ha hecho la campaña son muy malos. El PCE está siendo catalizador de que se pueda dar un debate participado para crear un instrumento claramente rupturista y anticapitalista.

Hablaba antes de una nueva dirección, ¿estará el secretario general del PCE, José Luis Centella?

Tenemos que ir a órganos de dirección mucho más reducidos. A una estructura más ágil que huya de la burocratización y que apueste por el papel de las nuevas tecnologías también en lo interno. Yo no pondría ningún nombre, la clave no van a ser los nombres sino la línea política. Vamos a una asamblea muy participada y no sabemos lo que va a decir la gente.

Pero usted, que lidera esa senda, tendrá una idea de qué personas quiere que le acompañen.

Voy a poner un ejemplo que ahora está distorsionado por la actualidad, pero el funcionamiento de la CUP en Cataluña y esos procedimientos heredados del anarquismo y del anarcosindicalismo son algo de lo que aprender. Los procesos no pueden estar en los nombres y apellidos de los dirigentes, sino en los procesos. Y luego el dirigente ha de cumplir. Estamos muy acostumbrados en las últimas décadas a dirigentes que desoían la voluntad de las bases. Eso, entre otras cosas, nos ha hecho actuar en IU Madrid. Hay que salir de ese esquema. Ya sé que los nombres implican cosas, pero podemos dejar ese debate para el último momento.

Además de una organización menos bucrocratizada, ¿qué otros planteamientos hace usted para esa nueva IU?

Mayor horizontalidad, con órganos reducidos y flexibles con capacidad de intervención mucho más rápida e instrumentos de fiscalización de los representantes. Igual que hemos defendido los revocatorios para lo público lo mismo podemos hacer en IU. Queremos recoger lo mejor del movimiento obrero y de los movimientos sociales democratizadores. El resto de partidos van a fórmulas cada vez más dependientes de liderazgos individuales y creemos que hay que recorrer el camino contrario, como enseñó el 15M. Con fórmulas democráticas más ágiles el debate es más sincero y transparente y la voz de la militancia está más presente en las decisiones de los dirigentes.

¿Están pensando en modificar el sistema de financiación de IU?

Nosotros no tenemos una vinculación entre cómo nos financiamos y a quién servimos. Todo el mundo es consciente de cuál es nuestro discurso y nuestra práctica con respecto a los bancos. Lo que sí es cierto es que arrastramos una deuda, reducida en comparación con otros partidos, pero que procede de los años 90 y que ha sido reducida año tras año. Esa ha sido una de las grandes decisiones de Cayo Lara, con presupuestos más austeros.

Para la financiación hay que ser muy creativos. El crowdfunding puede ser una herramienta, pero vamos a necesitar mecanismos en la administración pública que permita a todo el mundo hacer política. Si vamos a una campaña en la que cuatro partidos tienen una hipervisibilidad que nosotros no tenemos lo debemos compensar con actos que suponen contratar sitios que cuestan dinero. Y ahí hay una desigualdad. Con una ley de campaña igual y plural todos gastaríamos mucho menos dinero.

Este fin de semana el Parlamento de Cataluña ha elegido al presidente de la Generalitat después de meses, ¿qué cree que pasará en el Gobierno de la nación? ¿Y qué preferiría?

Es evidente que va a haber presiones para una gran coalición. Pero al mismo tiempo habrá otra presión, la de la calle, que quiere un gobierno progresista. Eso no significa que cumpla nuestro programa al 100%, pero sí tenemos mimbres para derogar la LOMCE, la reforma laboral o la ley mordaza. Y para paralizar los desahucios, reformar el sistema hipotecario, poner en marcha un plan de empleo público, etcétera. Si eso es posible, no entiendo que haya partidos y fuerzas sociales que presionan a favor de unas nuevas elecciones, que es el escenario favorito del PP. Si hay nuevas elecciones por la imposibilidad de un pacto a la izquierda del PP va a salir muy fortalecido.

Para ese acuerdo de mínimos, y dado que IU y EUiA forman parte de las confluencias, ¿es el derecho a decidir y un referéndum en Cataluña uno de esos mínimos?

El derecho a decidir es necesario, hay que facilitar una consulta, pero no puede ser el obstáculo para mantener la LOMCE, la ley mordaza y otras reformas que hacen la vida imposible a mucha gente. No lo pondría nunca como un elemento imprescindible salvo que quisiera elecciones anticipadas y que el PP las ganar de forma abrumadora.