Así se llama el manifiesto que un movimiento juvenil que aglutina a numerosas asociaciones de estudiantes y jóvenes de izquierdas está difundiendo por internet. Ya hay una primera manifestación para el día 7 de abril en Madrid, pero según se puede leer en la web estamos sólo ante el primer paso de un ciclo de movilizaciones en la que están implicadas todas las sensibilidades ideológicas de izquierdas.

Hay que felicitarse por el nacimiento de este tipo de iniciativas, y tengo la certeza de que es una obligación moral apoyarlas y contribuir a que se fortalezcan. Más aún en un contexto en el que la apatía política, sobre todo en los jóvenes, amenaza con dejar el destino de nuestras vidas en manos de una clase política que, siendo títere de los poderes económicos, no parece darse cuenta de que su actitud no sólo pervierte la democracia (porque votar nunca sirvió para tan poco) sino que además nos lleva de cabeza a una crisis permanente que no es sólo económica sino también política, ecológica y social.

El manifiesto recalca que varias de las reformas promovidas por el gobierno del PSOE repercutirán muy negativamente en la situación actual de los jóvenes y en nuestras perspectivas de futuro. En efecto, la reforma de las pensiones, la reforma laboral y la reforma de la educación (anterior a la crisis y cristalizada en el Plan Bolonia) no hacen sino intentar apuntalar en España un modelo de sociedad que está en profunda decadencia. Como decía Nacho Álvarez en un reciente artículo en Diagonal, nos empujan a vivir en un «ajuste salarial permanente» donde el salario directo, diferido e indirecto se reduce cada vez más en aras de una supuesta recuperación que, además, ni llega ni tiene visos de hacerlo.

Hay alternativas, por supuesto, y eso el poder político lo sabe. Pero lo que no hay es voluntad política para llevarlas a cabo, y la única forma de conseguir que todo esto cambie es mediante una fuerte movilización social. Eso sí, dudo mucho que los medios de comunicación se atrevan a dar cabida en su espacio a estas movilizaciones, a diferencia de lo que está ocurriendo en los países árabes. Al fin y al cabo el hecho de que se mitifique a la juventud de diferentes países (Irán, Túnez, Egipto…) y se ignore a la de otros (Islandia, Estados Unidos, Inglaterra, España…) no es un fenómeno casual o paradójico: tiene mucho que ver con los intereses que se encuentran detrás del famoso cuarto poder.