Dicen que la Web 2.0 es un fenómeno nuevo que refleja las nuevas funcionalidades del progreso técnico aplicado a Internet. Que permite un mayor nivel de interactividad y de dinamismo virtual, en esencia. Es algo que a priori cuesta entender, especialmente si uno se está iniciando en las nuevas tecnologías. Aunque no haya existido ningún cambio estructural, es decir, una modificación técnica que varíe la naturaleza de las relaciones de producción, esta ampliación de las posibilidades en materia de participación virtual se nos presenta como revolucionaria. Y, en particular, recientemente se está publicitando también como herramienta especialmente adecuada para el «marketing político».

Yo, sin embargo, creo que esta efusividad reciente no tiene fundamentos suficientes, y que responde más bien a la conjunción de intereses comerciales de algunas empresas que han visto un nuevo mercado y a los intereses personales de algunos autodenominados «gurús» o líderes que buscan rentabilizar sus conocimientos en la especialización en esta materia. Creo, no obstante, que las herramientas 2.0 son útiles en muchos aspectos, pero de efectividad limitada en muchos otros. Y creo, especialmente, que como herramienta política son válidas pero en modo alguno la mejor opción. En consecuencia, entiendo que la euforia actual que conlleva este fenómeno, por parte de la militancia política, no está justificada y supone un coste importante en esfuerzos que podrían destinarse a mejores alternativas.

Para avalar esta tesis, y adentrarnos someramente en este mundo a través de este sencillo análisis, utilizaré como ejemplo a Izquierda Unida, a su militancia y a su público objetivo. Como se sabe, IU es una organización política que carece del poder y la influencia necesaria para disponer de espacios de comunicación de gran alcance, al mismo nivel que el Partido Socialista y el Partido Popular, como pueden ser la televisión o la radio. Sus áreas de influencia política han sido tradicionalmente la proximidad personal y una fuerte convicción ideológica individual que lleva al individuo a votar en consecuencia. La falta de estos espacios de comunicación que permitan al movimiento político trasladar sus propuestas e ideas es una de las claves para entender cómo el programa político de IU, que tiene como público objetivo a la inmensa mayoría de la población -la clase trabajadora-, no es seguido por éste. O dicho de otra forma, el control de los medios de comunicación por parte de grupos empresariales con unos objetivos políticos muy definidos determina el contenido de los espacios de transmisión de información (telediarios, reportajes, etc.) y que a su vez determina en gran medida el sentido del voto del público-cliente.

Entonces, surge como necesidad superar esta barrera comunicativa. Barrera que, por cierto, siempre ha existido. En ningún momento de la historia la clase dominante ha cedido voluntariamente espacios de influencia a sus adversarios, y en este sistema político actual llamado democracia tampoco va a ser así. Las ideas para superar la barrera comunicativa actual van dirigidas fundamentalmente en tres sentidos: los medios de comunicación tradicionales (folletos, carteles, revistas…), los medios «clásicos» de proximidad (conferencias, debates, asambleas…) y el más reciente fenómeno de internet (revistas digitales, blogs, y las herramientas 2.0 de twitter, meneame, facebook, etc.).

Mientras que los cambios en la naturaleza de la sociedad, hacia una más conformista, consumista y desvinculada de la acción poíltica y cultural, han reducido la efectividad de los medios de comunicación tradicionales y los de proximidad, en tanto que el número de personas dispuestas a leer y asistir a un evento político se ha reducido, los medios relacionados con internet han ganado en efectividad. Así, mientras que las asambleas y las conferencias se han vaciado, los foros y chats se han llenado.

Una anotación en un blog, como esta, puede llegar a ser leída centenares de veces al día, siendo un equivalente a una conferencia en una sala abarrotada por centenares de personas. A pesar de ello, lo que funciona en internet, y cada vez más, es la inmediatez y la lectura rápida. Los visitantes suelen mostrar un perfil más dado a leer poco, superficialmente, y artículos y comentarios sin sustancia. Lo vemos día a día en los agregadores políticos y, especialmente, en las herramientas 2.0 como meneame, twitter y facebook. O dicho de otra forma, la funcionalidad de internet se dirige cada vez más hacia un modelo donde la difusión de una información rápida y resumida tiene preferencia sobre una información amplia, sistemática y consistente.

Por lo tanto, el sistema conduce hacia una desideologización completa de los individuos. Y los partidos políticos que entran en este juego se tienen que limitar, por la propia lógica del sistema, a transmitir ideas vacías en forma de simbología e imagen carente de un sentido profundo. O formulado de otra forma: el marketing político basado en la imagen vence a la idea que transfiere conocimientos.

Un partido político como Izquierda Unida, en tanto que sus objetivos son la transformación social y política de la sociedad actual, no puede jugar en el mismo plano que el resto de partidos políticos si su objetivo es vencerlos. Y no puede porque tanto su objetivo como su público es distinto al de sus oponentes.

Y no perdamos de vista la noción de «público objetivo». ¿Quién usa Internet? Según los datos de Eurostat sólo el 55% de las personas en España utilizaron Internet el año anterior a la encuesta. Y un 43% de personas jamás había accedido entonces a Internet. Cierto es que la desagregación por edades muestra que estos datos dependen fundamentalmente de la educación, o lo que se ha venido a llamar la brecha digital nacional, de modo que los más jóvenes sí que usan internet con bastante regularidad. De hecho, un 90% de las personas entre 16 y 24 años usaban internet.

Pero resulta que sólo un 24% de los españoles que usaban internet ese año, leyeron periódicos o revistas en internet en los tres meses previos a la encuesta. De los jóvenes entre 16 y 24 años sólo un 33% lo había hecho. La conclusión parece inmediata: a pesar del uso más intensivo que hacen los jóvenes de internet, están menos (relativamente) interesados en la lectura de periódicos y revistas. Y, como dato interesante, sólo un 20% de los desempleados que tienen internet había accedido a este tipo de información.

Aprovechando el simil que antes había establecido al hablar de la sala de conferencias abarrotada y las lecturas en un blog, podemos ahora decir con los datos en la mano que la mayoría de las personas ignoran nuestras charlas virtuales. Y que quienes lo hacen son, en realidad, el mismo público potencial que acudiría a la conferencia real o cogería nuestra revista en la calle. Si existe un diferencial efectivo, esto es, que hay personas que leen con atención nuestras entradas pero no asisten a las conferencias o debates es simplemente porque o bien están geográficamente alejados (que esto es una ventaja indiscutible de internet) o bien son lo suficientemente vagos y se limitan a hacer la revolución desde casa.

Por lo tanto, los intentos de la militancia política por adaptarse a las nuevas funcionalidades de internet, la Web 2.0 en definitiva, son insuficientes de cara al objetivo fundamental, y en el caso de partidos que apuestan por la transformación social y política están claramente desvinculados del público objetivo.

En mi opinión, la ingente cantidad de esfuerzos que se están dedicando a la adaptación a estas tecnologías deberían dedicarse, al menos en una gran parte, a otras tareas más urgentes y más efectivas. Así, es necesario recordar que el público objetivo de Izquierda Unida se encuentra entre las clases sociales más desfavorecidas, normalmente con menores conocimientos tecnológicos, y particularmente entre los desempleados y los trabajadores cuyos derechos laborales se están reduciendo continuamente y que, por lo general, no tienen (tal vez ni quieran) acceso a estas nuevas funcionalidades.