España está atravesando una triple crisis económica que tiene que ver con diferentes ámbitos. En el ámbito español estamos frente a una crisis que es resultado del modelo productivo dominante en las últimas décadas. Un modelo que fomenta una distribución de la renta muy desigual y un crecimiento orientado hacia un sector tan volátil, especulativo y precario como es la construcción. En el ámbito internacional tenemos un modelo de crecimiento sostenido débilmente por unas finanzas sobredimensionadas, y con un papel de los agentes financieros muy distorsionado respecto a su función original (que es la de intermediar y no tanto la de especular). Y en el ámbito europeo estamos frente a una crisis que refleja el fracasado modelo de construcción económica europea, con grandes desequilibrios comerciales y con una regulación muy sesgada en favor de las grandes empresas y la banca.

Todo ello confluye en esta gran crisis que está lejos de acabar, a tenor de las políticas de recortes que se están imponiendo a lo largo de toda Europa. El diagnóstico que hacen de la crisis los gobiernos europeos y la llamada troika -FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo- es profundamente erróneo y, como ya han advertido tantísimos economistas críticos, las propuestas de solución que surgen de tales razonamientos sólo pueden conducir al desastre. Los recortes profundizarán la crisis y nos llevarán a un escenario de regresión social que aspira a inaugurar un nuevo orden social de neofeudalismo.

Por eso es urgente volver a poner encima de la mesa una propuesta alternativa que sea la guía de acción de los movimientos y partidos de izquierdas. El reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), titulado precisamente «Existe una Alternativa«, contiene algunos artículos que deberían ser, a mi juicio, los puntos centrales del trabajo de la izquierda en los próximos meses. El trabajo de Özlem Onaran, por ejemplo, recoge muchas de las propuestas debatidas en el seno de la economía crítica y creo que conviene enumerarlas a continuación. Son puntos necesarios de una política alternativa en Europa.

1. Sistema fiscal altamente progresivo. Hay dos formas de conseguirlo. La primera, la creación de una Hacienda Pública común, con un sistema fiscal compartido. La segunda, coordinando las políticas fiscales y obligando a los países miembros a asumir un suelo en sus tipos impositivos y en los diferentes impuestos a aplicar. Hablamos de impuestos a la renta y a la riqueza, pero también a las transacciones financieras. Se trataría de un sistema altamente progresivo para poder recaudar suficiente y para sentar incentivos adecuados que rehuyan de la especulación financiera y promuevan la actividad productiva.

2. Auditoría y reestructuración de las deudas públicas. Gran parte de la carga fiscal que tiene que soportar un Estado ahora mismo es debida a los procesos especulativos que han existido alrededor de la deuda pública, y la mejor forma de hacer pagar los costes de la crisis a los especuladores es precisamente dejar de pagar los títulos de deuda adquiridos en dichos procesos. Actualmente la dinámica de endeudamiento público lleva a una espiral peligrosa que amenaza con destruir las conquistas sociales adquiridas en el siglo XX, mientras enriquece injustamente a una minoría de la población. Desactivar ese chantaje es posible si se cancelan los contratos asumidos con los inversores financieros, que son fundamentalmente grandes bancos y grandes fortunas. El coste de ver cómo se cierran los mercados financieros puede ser compensado con la reforma fiscal y con el hecho obvio de que los mercados volverán a prestar en el medio plazo en un entorno de crecimiento (los mercados financieros no tienen memoria: sólo tienen la lógica de la ganancia). La gestión de las pérdidas financieras que tendrán que soportar las entidades se especifica más adelante.

3. Salario mínimo y fijación salarial coordinados a nivel europeo. La participación salarial tiene que crecer recuperando el peso perdido en los últimos años, en contraposición con la participación de los beneficios. Hay que corregir esta dinámica que es la verdadera responsable de la crisis. Ello se puede hacer coordinando políticas salariales y entrando de lleno en la determinación salarial por la vía de fortalecer la centralización de la negociación laboral.

4. Crecimiento de la productividad en países periféricos. Incrementar la productividad en España, Grecia, Italia o Portugal, empujado por transferencias fiscales y programas de inversión pública que tengan como objetivo ese objetivoy la reorientación de un modelo productivo. La mejora de los transportes públicos y las reformas de los horarios de trabajo, amén de las condiciones laborales se vuelven imprescindibles en este programa.

5. Incremento del presupuesto de la Unión Europea. Fortaleciendo las instituciones europeas y destinando dichos recursos a programas para crear un escudo social que proteja del desempleo a las regiones más pobres.

6. Democratización del Banco Central Europeo y atribución de funciones propias de un verdadero banco central, como las de prestar directamente a los países miembros para acometer sus planes de estímulo y de cambio de modelo productivo. El objetivo central del BCE debe cambiar a ser el empleo, muy por encima de la inflación. Abolición del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y constitución de un pacto para controlar las deudas privadas.

7. Reducción del tiempo de trabajo, paralela al crecimiento histórico de la productividad. Hay que acomodarse a los límites del planeta reduciendo el impacto del consumo material y ajustando la capacidad de producción a los recursos existentes. Es urgente poner a la economía al servicio de las personas, de modo que un reparto del trabajo se hace imprescindible para mantener el pleno empleo en el marco de un nuevo modelo de producción y consumo. Reparto del trabajo manteniendo sueldos y reduciendo márgenes de beneficios.

8. Nacionalización industria del automóvil. Garantizando una transferencia de mano de obra hacia sectores ecológicos.

9. Reorientación del sistema financiero, con banca pública incluida, para garantizar inversiones a largo plazo. La regulación financiera debe ser estricta y deben aplicarse controles de capitales. Debería declararse una zona de autosuficiencia financiera en la Unión Europea, con una total prohibición de las transferencias a paraísos fiscales y una profundización de la democracia en las instituciones económicas.

10. Garantizar titularidad pública en sectores como vivienda, energía, infraestructuras, pensiones, educación y salud.  Todos los servicios declarados de primera necesidad deben ser 100% públicos y quedar garantizados para toda persona, con independencia de su origen.

Estos son algunos de los puntos mínimos que son cruciales para caminar a un mundo con más equidad y justicia social y que respete los límites del planeta. Por eso deberían ser, en mi opinión, las reclamaciones fundamentales de la izquierda transformadora.