Grecia lleva más de seis años sufriendo las consecuencias de una grave crisis económica y, lo que es casi peor, de su gestión neoliberal. En este tiempo la economía griega ha sido el alimento de los tiburones financieros, el saco de boxeo de la ortodoxia alemana y la esperanza de otro mundo posible. También se ha puesto aún más de relieve cómo la Unión Europea y la democracia representativa están en una grave crisis. La primera, porque es una camisa de fuerzas diseñada para impedir alternativas al neoliberalismo. La segunda, porque ha claudicado ante el avance del libre mercado como mecanismo regulador de la política y la vida. Ahora convocan elecciones en Grecia. Un ejercicio de responsabilidad para con la ciudadanía, que ya dijo NO a las políticas de austeridad. Si de algo estoy seguro es de que el programa de “rescate” es una bomba contra el pueblo griego, y que cualquier alternativa pasa por desactivarlo. Por pasar de la humillación a la solidaridad.