Citoyen, un amigo y ex-miembro de RedProgresista, claramente afincado en posiciones liberales en materia de economía, ha escrito una crítica a mi último texto «¿Historia Económica o Historia de la Economía?». Para ello ha empleado un método basado en la ironía, de la cual se ha servido para crear una analogía entre los contenidos estudiados en la carrera de Derecho y los de Económicas.

Así, mi reivindicación de estudiar asignaturas que introduzcan el contexto socioeconómico en el que surgen las distintas ideologías y teorías económicas es equiparable, según él, en Derecho, a reivindicar el estudio de Derecho natural o, en Biología, el estudio del creacionismo.

Yo, que de Derecho no sé casi nada, entiendo que el problema que tiene Citoyen se encuentra a la hora de determinar qué métodos de estudio son más correctos para según qué ciencias. De hecho, estoy convencido de que la razón fundamental que le lleva a escribir textos como el arriba enlazado es que no distingue entre ciencias o, dicho de otro modo, que emplea la misma metodología para todas ellas.

Pero una cosa debe estar clara a estas alturas: la ciencia natural no es comparable metodológicamente hablando a la ciencia social. En un comentario, Citoyen se pregunta tramposamente «por qué la biología si puede estudiar la alimentación de las jirafas y la economía no la de los humanos». Y es una pregunta tramposa porque la economía sí estudia la alimentación de los seres humanos (en tanto proceso de asignación de recursos) pero no usando los mismos métodos que la biología. Por una razón que ya reconoció Max Weber: «en los fenómenos sociales siempre está presente la intencionalidad subjetiva de las personas».

En la ciencia natural el sujeto no coincide con el objeto, mientras que en la Ciencia Social sí ocurre. Esto conduce irremediablemente a reconocer que estamos tratando con una ciencia abierta con un grado importante de subjetividad. Como los teóricos de la Teoría Crítica reconocían, la simple observación está mediada por la sociedad en la que se vive.

Y esto enlaza con el artículo que ayer escribía. Si la pura observación depende del contexto social en el que se realiza, es obvio que las Teorías Económicas que pretenden describir los comportamientos humanos aparecen determinadas o condicionadas por la época histórica en las que surgen. El marxismo no surge en la antigüedad porque los fenómenos a los que hacen referencias sus distintas categorías no existían entonces, de la misma forma que el liberalismo no puede aparecer en las sociedades primitivas porque, sencillamente, no existe el mercado.

A esto hay que sumar el hecho indiscutible de que cada Teoría Económica y su paradigma sobreviven mientras sirven de armadura teórica de un determinado sistema económico. Mientras responden a los intereses de la clase dominante, en la terminología marxista. No es de extrañar, por esto mismo, que la teoría neoliberal y la metodología con la que está construida aguanten tanto a pesar de que esté demostrado que no son válidas como instrumentos de análisis social. Todas las ciencias han evolucionado, pero la economía es la más pobre de todas.

No obstante, tanto el marxismo como el liberalismo han intentado universalizar sus principios, haciendo análisis retrospectivos o revisionistas de la historia. Allí donde en la historia la categoría mercado no existía, ellos la creaban. Donde la lucha de clases no tenía sentido ni era lógica, ellos la «colocaban». La razón: la creencia en leyes universales y atemporales del comportamiento humano, análogas a las que tienen vigencia en las leyes naturales. Desde el evolucionismo de H.Spencer hasta el positivismo de A.Comte, pasando por el organicismo de Durkheim, el materialismo histórico de Marx y el liberalismo de A.Smith y J.S.Mill, todos los métodos científicos han creído en la regularidad de los procesos sociales.

Hoy en día el pensamiento complejo de Edgar Morín, por ejemplo, avanza en la línea de la multidisciplinariedad. Y, en el mismo sentido, tantas otras reformas en la metodología de las ciencias sociales, que tienen como objetivo un cambio de paradigma.

Lo que Citoyen tiene que comprender es que la Ciencia Social está superando ya los métodos clásicos de análisis social, y que eso conlleva la necesaria distinción entre lo físico o natural y lo meramente humano. Hay que recordar, por cierto, que no se reivindica el holismo, el relativismo radical o un cierto tipo de nihilismo. Se trata, precisamente, de reformular categorías y cambiar nuestra estructura de pensamiento.

Eso sí, no negaré que resulta mucho más fácil estudiar un modelo mecánico y determinista, defenderlo a capa y espada y creer en su verdad absoluta. 😉