110 k/h, una medida necesaria pero insuficiente

El debate sobre la limitación de velocidad máxima a 110 kilómetros por hora ha sacado a la luz un problema que va mucho más allá de los debates filosóficos acerca del alcance del leviatán hobbesiano. No se trata, de hecho, de si el Estado es quien para decirnos a qué velocidad debemos conducir o si podemos beber mientras lo hacemos, como nos recordaba Aznar allá por 2007. Hablamos en cambio de un problema subyacente que debería estar en la agenda política de forma permanente.

La reducción de la limitación de velocidad a mí me parece insuficiente y mal planificada, pero necesaria. Es una buena medida, pero que tiene que estar acompañada de otras muchas más en un amplio y ambicioso programa de cambio de modelo de producción y consumo.

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