En los últimos días los protagonistas de la actualidad política están siendo las fuerzas de seguridad y los jueces. Desgraciadamente lo están siendo por la incomparecencia de la política. El Gobierno del PP ha decidido eludir su responsabilidad y ha preferido echar sobre las espaldas de policías y guardias civiles toda la presión del conflicto en Catalunya. Pero ese conflicto ya no es sólo catalán. En estos momentos toda España está atravesada por un clima de tensión que agita los ánimos e implica violencia. El nacionalismo llama a otro nacionalismo, y de esa relación no puede nacer nada bueno. Si el Gobierno hiciera política, dialogando y negociando, probablemente la gente de España y Catalunya viviría más tranquila. Pero me temo que al PP le interesa crear las condiciones para que el sector más ultra de la sociedad se movilice, aun a riesgo de desestabilizar el país entero. Son sus votos, su base social y la garantía para que no se hable de los problemas sociales y de corrupción que genera su Gobierno.